Oct 31, 2008

SALDOS DE ENERO, FEBRERO, MARZO 2007

Les confieso que he estado pensando mucho si escribo o no. Me estoy cansando de decir que el tiempo para hacer una de las cosas que más me gusta -escribir- no me rinde. Sobre todo porque por más que leo mensajes, frases, refranes, proverbios, pareciera que no les hago caso y termino siempre dedicando más y más tiempo a mi trabajo. Pido disculpas y doy al mismo tiempo las gracias a todos los que me preguntan qué pasa o por qué ya no les envío noticias. Bueno aquí va, prepárense y como siempre les digo, si no quieren saber qué onda solo aprieten la tecla "escape". En qué me quedé la última vez, ah ya recuerdo.

Iniciaba el año triste. Mi superasistente ya no estaba conmigo. Me encuentro sola al frente de la administración para negociar contratos para el año que comienza, cerrar el año 2006 contablemente. Abrir el 2007 y otra bola de cosas que no quiero que me desvíen de mi cometido.

Comenzaré por decirles que cometí muchos errores en enero, todos ellos corregibles pero que de todas maneras me afectaron emocional y monetariamente, sí querida(o)s, tuve que poner de mi bolsa. No fueron malos manejos, simplemente me equivoqué de cuentas bancarias, aquí se paga en euros y yo pagué en dólares americanos, así que ándele a absorber las pérdidas por tipo de cambio. También mis compañeros se vieron afectados por este error, les pedí que las pérdidas me las endosaran y comprensiblemente me dijeron que no, que "serena morena".

Recuperarme de mi estupidez me llevó todo el mes.

Comienzo febrero según yo con cuentas sanas y checo el estado bancario para iniciar el mes y veo que hay unos servicios que se pagan por cargo directo a la cuenta. Es decir, el banco tiene una orden de pagar cada día primero a ciertos proveedores por concepto de renta o servicio de mantenimiento. Pagaron dos servicios que habíamos cancelado y que ya ni el equipo teníamos. Dios santo, comienzan las llamadas, los correos y las justificaciones para que nos devuelvan el dinero. No pues sí. Me veo obligada a revisar todos los contratos que se pagan de esta forma y me presento en el banco a cancelar lo más que se pueda y a informar que de ahora en adelante se hará por cheque, unos aceptan otros no. Unos tienen oficinas en Dublín y otros en Inglaterra. Viva la globalización.

Bien que mal realizo las negociaciones y unos nos aplican a cuenta de futuros pagos y otros apenas en estos días nos han devuelto el dinero. Uff, que alivio y mi jefa, por suerte después de los regaños y de que me dijo que me va a cobrar ya cada vez que me equivoque, me felicita.

Ahí la llevamos. Pasamos a marzo, se nos ha cumplido un mes que nos avisaron que desocupemos el edificio y nosotros no tenemos ni el contrato firmado del nuevo local mucho menos fecha fija para mudarnos.

Confiada en que todavía el mes de marzo estaremos sin cambiarnos pido permiso para ir a Nueva York. Me lo conceden, estoy con mi hermana y hago planes que reunirme con mi hija en Ottawa. Dos días y una noche con cada una de ellas, insuficiente pero peor es chile y agua lejos. Me quedo bien contenta de saber que están bien, de que las pude abrazar y decirles que las quiero mucho. Exprimo mi tiempo y saludo muy de rapidito a unos cuantos ex-colegas, ah que gusto de volverlos a ver. No pude saludar a todo el mundo y si les cuento no me lo van a creer, pero hice algunos trayectos en autobús, por “comodidad” financiera. Espero me comprendan. Me tiré 10 horas de ida y otras tantas de regreso.

Se me olvidaba, debido a todo lo que sufrí en enero y febrero por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa, adelgacé tanto, que mi sobrina me dijo que ya había yo dado el viejazo y que ahora sí se me notaban los años, buaaaahhhhhh. Se me volvieron a colgar los cachetes como el perro ese, ya saben cual, el bulldog. Luego mi hija me dijo ay mamá, nunca te había visto con un corte de pelo tan sin forma, ni te has quitado los bigotes (de ahí que el cantante ese diga que las mujeres mexicanas son feas y bigotonas y eso que no me conoce, sino diría ahí está, ahí está la prueba). Y que me acompaña a que me peinen, me rasuren y me dejen chula de bonita. Para esto si hubo tiempo, para la vanidad!

Qué horror, uno no se da cuenta pero para eso también están los demás, para regresarnos a lo que somos, para recobrarnos de lo que nos tira. Por eso no me molesto con esas dos personitas que quieren ver a la Adelita como lo que es, como dice la canción pues (popular entre la tropa ....y además de valiente, bonita, ajua!).

Regreso a mi santa realidad, del aeropuerto a darme un duchazo y a la oficina como va. En Dublín el tiempo nada que ver con el de EUA o Canadá, 5 grados mínima y 13 máxima y mi trabajo como siempre, esperando por mí. El cansancio se me nota a leguas, la verdad no me importa, estoy más que contenta.

Por si fuera poco, a mi regreso comienzan las festividades por el día de San Patricio, el patrón de Irlanda. La gente se esfuerza por hacer de esto una fiesta “in crescendo” pero dicen que son más grandes las que se realizan fuera de Dublín que en su propia tierra. Ni modo. Yo me preparo para esto como carnaval y que creen, se deja venir un frío como el de Ottawa. Aún así, ahí me tienen entre una marejada de gente venida de muchas partes, con la creencia de que es lo máximo y bueno eso es lo divertido. Todos portan algún distintivo color verde, yo incluida. Grandes y chicos se disfrazan. Yo no tuve necesidad de hacerlo, con mi estatura me pudieron tomar como una leprecona, pronuncien bien, l e p r e c o n a. Aunque les diré que al igual que los pitufos, los duendes irlandeses o “leprecons” siempre son hombres, jamás se refieren a ellos como las duendes. Mi sobrina dice leperona porque no habla bien todavía, pero eso no va conmigo, ya saben, seré picarona pero no lo otro, jajaja.

Se bebe mucho, el chiste de estar en Dublín es ponerse hasta las chanclas de cerveza y otros alcoholes. Esto no es algo que yo critique, cada quien su gusto por el licor con que quieran emborracharse, pero luego en las calles se ve desde vasos de vidrio con cualquier marca de cerveza, rotos o en buen estado, hasta secreciones estomacales por llamarle decentemente, y esto, no es nada, nada agradable.

En fin, nosotros pasamos unos días muy felices, en compañía de unos amigos que vinieron a visitarnos y, dicho de algún modo, a ayudarnos a descubrir otro Dublín.

Bueno, pues hasta la próxima entrega, tengo una sorpresita que cada vez que la pienso, una especie de escalofrío recorre mi cuerpecito. Se trata del fin de mi CUARENTENA. El primero que conteste este enigma se gana una invitación.

Estén al pendiente. Besos y felices días.

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