Jun 11, 2009

EL ROBO

Les conté que cuando andaba del tingo al tango nos robaron el celular. Busqué un sitio que en Argentina les llaman "locutorios" donde se puede llamar por teléfono a cualquier parte del mundo y usar el internet. De ahí envié un correo electrónico a mis compañeros de oficina para pedirles me hiciera la caridad cualquiera de ellos de llamar a la compañía telefónica y reportara la pérdida por favor, ya que yo les había pedido desbloquear mi teléfono para poder comunicarme con mis chavos que se quedaban solos en Dublín. El robo fue el 4 de mayo que era lunes y festivo en Irlanda. Mis lindos compañeros no lo vieron sino hasta el martes 5 de mayo y por cosas del destino entre el 4 y el 7 de mayo ni mis hijos ni ellos hicieron el reporte si no hasta el dia 8. Confieso que una vez hecha la llamada de auxilio me quede con la sensacion de que me ayudarian a la brevedad posible.
Regresamos el domingo 10 de mayo, dia de las madres, y madreados porque el vuelo es largo y pesado. El lunes 11 me presento a la telefonica y reconfirmo la cancelacion de mi telefono. Por una modica cantidad me dan uno nuevo. Ayer recibí la factura de mayo y encuentro que debo a la telefónica la cantidad de 700.00 euros!!!!!!!!!!!!!
El tipo que lo encontró llevaba años de no comunicarse con familiares, compadres y amigos y se la pasó llamando a todos en Argentina y otros lugares, hasta que la telefónica lo bloqueó el dia 8. En 5 días hubo un consumo que yo no haría en dos años.
Llamé a dos de mis colegas y les dije que quería hablar con ellas. Una me pregunta es bueno o malo. Le contesté que era bueno. Ya estando las tres cómodamente sentaditas les dije con factura en mano: chicas se recuerdan del robo de mi celular, pues quiero que sepan que debo setecientos euros de llamadas. NO!!!! Siiii! Les quiero decir que me he llevado una buena experiencia y quiero pedirles de todo corazón que la próxima vez que ustedes se enteren que le pasa algo parecido a alguien ayudenle de volada, no lo dejen pasar, no importa si son dos o tres los que llamen, no pasará que la compañía registre tres o cuatro veces o las que sean el mismo reporte, pero le habrán ahorrado a su conocido-familiar-amigo un trago amargo.
Mi lindísima colega irlandesa me dijo, ay Ade, cuanto lo siento. Le pedí que no se preocupara que cuando menos el otro que llamó evitó que me hubieran cargado más llamadas hasta el día que me presenté en persona a firmar la cancelación definitiva.
Este robo fue el negrito en el arroz de nuestras vacaciones en Buenos Aires.

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