Sep 3, 2010

UN PASEO POR EL VALLE DE LOS 60’S

Cuanto me ha gustado conocer otro pequeño rincón de la Connemara-una región de Irlanda. Viajamos mi esposo y yo a Leenane, un pueblito encantador, ascendimos la cordillera y nos hospedamos en el “Delphi Mountain Resort”, rodeado de montañas donde en varias millas a la redonda solo hay el verde de la naturaleza, las aguas corriendo por la pendiente como espejos sembrados en las colinas, todo en gran calma, nosotros saboreando además del paisaje y la quietud, el rico desayuno-buffet, bendito sea Dios. El hotel ofrece excursiones en barco, lógicamente, al único fiordo de Irlanda, clases de kayak, surf, caminatas y paseos en bici. Tiene también restaurante y un bar, spa y escuela de verano. Aparte de eso ahí ya no hay nada, como decía el poeta Nicolás Guillén ”después de eso: la selva”. Acá sería el agua, porque como llueve.
Dato curioso. Hace buen tiempo por esos lares se filmó una escena de la película llamada The Silent Man con John Wayne. El cruza a caballo el puentecito de piedra, donde se ha colocado una placa conmemorativa y una foto de John. Desde esa fecha son muchas las personas que visitando esta región se detienen en el puente, se hacen la foto, miran alrededor y retoman el viaje. Igualito hicimos nosotros. Cuentan que son tantas las personas que hacen esto que el puentecito ha tenido que ser reconstruido más de una decena de veces. Continuamos.
En este estado de tranquilidad, donde no funciona ni el teléfono celular, las memorias se suceden al azar, de manera desordenada. Miro a mi esposo y le digo, este paseo es uno de tus regalos por tus 60 años y espero que te guste. Ahí se me desata la serie de recuerdos, una palabra o una frase, “te acuerdas….” “..cuando imaginamos que andaríamos por estos lugares y solos….” que llegarías a esta edad con esa condición….. que celebraríamos de esta manera, tan lejos y sin nuestra familia….. y viene entonces el despegue. El viaje a la memoria puede ser largo o corto, no hay límites, puede ser tan amplio y difuso o bien localizado y específico, pero no se puede tomar a la ligera. Se necesita ser fuerte para volver a esa memoria y balancear lo bueno con lo malo y lo triste. Pero siendo honestos no siempre se logra este equilibrio. Mi esposo ya tiene 60 años y estamos en Irlanda y estamos solos con dos de nuestros tres hijos!
Esta incursión en los recuerdos me llevó a los 30 años más o menos que tenemos de vivir juntos las 24 horas del día. Inicialmente, él viajaba con frecuencia y algunas veces sólo estaba en casa una semana al mes. Esto nos ponía de malas a los dos. Pero así era el trabajo. De repente nos acordamos ay, tenemos que llamar a los hijos para saber como están. En cuanto estamos en un lugar donde existe conexión llamamos a los chicos, se encuentran bien y nosotros seguimos nuestra excursión “confiados” en que como cuando eran pequeños los educamos, formamos, supervisamos para que convivan en su propio mundo con sus propias reglas, prioridades y jerarquías. Nos seguimos preocupando pero ellos ya han crecido, el tiempo ha transcurrido más o menos bonito y mi esposo ya tiene 60 años. Ahora gozará de descuentos, de tarjetas y de buena salud espero yo, sin pensionarse aún.
La vida sigue. Estamos disfrutando de un verano tardío en este pequeño enclave del mundo. La escuela comienza una vez más, los niños con sus uniformes y mochilas nuevos asisten a sus clases unos sonrientes otros llorando. Los nuestros ya no. Oigo a las madres hablar acerca de los precios de uniformes y libros escolares de una manera más práctica que los apesadumbrados padres que enfrentan el final de las vacaciones. Nosotros nos replanteamos la vida laboral y la social también. Prometemos volver si es que podemos, la esperanza se mantiene y si no volvemos seguiremos descubriendo más lugares y cumpliendo más años, más sueños. Solo Dios sabe. Pero la vida sigue….gózala mi negro, azúuuucar!

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